El clima en horticultura
La influencia del clima es uno de los factores más importantes en la toma de decisiones en horticultura. La luz y la temperatura a lo largo del año y, en menor medida, factores como la lluvia o el viento condicionan nuestro huerto para que decidamos qué plantar y cuándo. Dentro de la agricultura, la horticultura se distingue por su capacidad para modificar factores climáticos y conseguir condiciones propicias para nuestros cultivos. Invernaderos, túneles y mantas térmicas nos permiten regímenes de temperaturas diferentes a los que la naturaleza nos proporciona. Los riegos y acolchados intervienen en el régimen hídrico de los cultivos, y los paravientos protegen nuestras plantas. Y, a otros niveles, el horticultor puede modificar la luminosidad para conseguir más horas de luz mediante lámparas especiales o incluso modificar el nivel de CO2, en lo que se conoce como fertilización carbónica, para mejorar el desarrollo y productividad de las plantas.
La luz y el huerto. Las plantas son mágicas
La temperatura y el huerto
El agua y el huerto
El viento y el huerto
Cómo modificar el clima en nuestro huerto
Lo primero que se nos ocurre para proteger nuestras plantas ante las inclemencias del tiempo es cubrirlas. Como somos conscientes de su necesidad de luz intentamos que la cubierta sea más o menos transparente. Con una cubierta conseguimos que durante el día los rayos infrarrojos de la radiación solar calienten nuestros cultivos y por la noche esa misma cubierta hace que no salga la energía calórica emitida por el suelo. Este efecto lo conocemos como efecto invernadero y cuando lo generamos estamos modificando el clima de nuestro huerto. Existen diversas formas de modificar la climatología para generar beneficios en nuestras plantas.
Invernaderos
Túneles de semiforzado
Con una estructura muy simple en forma de túnel sobre cada línea de plantas formada por hierro, caña o tubería de plástico y cubierta con plástico o mallas térmicas conseguimos adelantar el crecimiento de las plantas y protegerlas en aquellas épocas que son más susceptibles de ser afectadas por bajas temperaturas, retirando posteriormente el túnel y dejando el cultivo al descubierto el resto del proceso productivo.
Acolchado
El acolchamiento del suelo consiste en cubrir, total o parcialmente, el suelo de cultivo con una lámina de plástico opaca o con una capa de material orgánico, como por ejemplo la paja. Con este sistema se consigue un efecto invernadero más localizado en la zona radicular que permite un mayor desarrollo de la planta y a la vez evita la aparición de malas hierbas. Además, se aprovecha más el agua del suelo porque no se evapora tanto. En el acolchamiento del suelo es aconsejable la instalación de un riego localizado por goteo por debajo del acolchado para que el acceso al agua de las plantas no se vea limitado.
La plantación en surcos nos permite una mayor superficie de contacto del suelo con la radiación solar, algo parecido a la inclinación de las placas que vemos normalmente en las instalaciones de placas solares. Si formamos un alomamiento alargado del terreno y plantamos en la parte superior de la loma, conseguiremos, en aquellos terrenos planos y con tendencia a inundarse, un volumen de suelo que, por elevación, permitirá que la planta tenga un grueso de raíces fuera del nivel del agua, cosa que hará que la planta sobreviva a los periodos de frío. Es una plantación elevada en surco.
La combinación de estas técnicas es posible y nos permite, por ejemplo, tener una plantación elevada en surco y acolchada bajo un túnel que hace posible sumar todos y cada uno de los aportes positivos de estos métodos.