Sus orígenes…
La espinaca o Spinacea oleracea pertenece a la familia de las Quenopodiáceas, al igual que las acelgas.
Aunque no se sabe a ciencia cierta donde comenzó a cultivarse esta verdura, se cree que es originaria del sudoeste asiático. Fueron las culturas árabes quienes la introdujeron en Europa entorno al siglo XI. Sin embargo, no fue hasta los siglos XV y XVI cuando su cultivo comenzó a ganar popularidad en países como Holanda, Inglaterra o Francia, pasando a ser una hortícola muy consumida y valorada.
Más tarde alcanzó el continente americano y ya en el siglo XX logró el reconocimiento que merecía cuando comenzaron a estudiarse las magníficas propiedades nutricionales con las que cuenta.
Venta de plantones en cepellón de espinaca
Y cuando crezca…
Se trata de una planta anual con raíces poco profundas, por lo que resulta ideal para cultivarla en huertos urbanos que se sirven de macetas o mesas de cultivo. Las hojas, que constituyen la parte comestible de la planta, se presentan en forma de roseta, son carnosas y con forma ligeramente lanceolada. Nuestras variedades tienen un sabor intenso, conservan bien su color verde oscuro tras la cocción y presentan un buen espesor de hojas. Pueden llegar a los 80 cm de altura en su fase adulta.
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Consejos de la tía María…
Es aconsejable respetar un marco de plantación de unos 15 cm entre plantas y unos 30 cm entre líneas. Es una buena idea plantar varias partidas de espinaca con un desfase de un par de semanas entre ellas para poder contar con una producción constante. Si queremos cultivarlas en nuestras terrazas y balcones, será suficiente con contar con recipientes de unos 10 litros de capacidad. Además, se adapta bien a todo tipo de tierras y será suficiente con agregar una cantidad generosa de compost o abonos de origen animal (estiércol o humus) a nuestra tierra. Sin embargo, si optamos por aportar materia orgánica de origen animal, es importante anticiparse varios meses a la siembre puesto que la espinaca tolera mal la materia orgánica no descompuesta.
Esta planta prefiere tierras con continua humedad pero bien drenadas con el objetivo de evitar encharcamientos indeseados que pudrirían sus raíces. Lo ideal es regarlas cuando notemos que la tierra está casi seca a unos 4 cm de profundidad, aunque en los meses más calurosos deberemos regar con mayor frecuencia. Este cultivo funciona especialmente bien con riegos por aspersión.
Nuestras variedades de espinaca podrán plantarse durante todo el año, exceptuando los meses de verano de temperaturas superiores a 30°C en los que pasaría a la fase de floración, es decir, se espigaría para producir semillas. Sin embargo, en los meses más fríos puede tolerar hasta los 0°C. Además, aguanta bien la sombra, aunque necesita de varias horas de luz solar al día para desarrollarse en todo su esplendor. De este modo crecerán mejor y más rápidamente.
A la hora de recolectar nuestras espinacas no es necesario arrancar la planta por completo, si no que podemos ir cortando sus hojas exteriores permitiendo así que las hojas más jóvenes puedan seguir creciendo. Estarán listas para consumir en torno a 7 semanas después de su trasplante. Un pequeño truco es cosecharlas por las mañanas ya que es cuando las hojas tienen mayor concentración de humedad lo que hará que se conserven frescas por más tiempo. Lo ideal es mantenerlas refrigeradas en bolsas o recipientes con orificios para consumirlas frescas, pero además podremos mantenerlas congeladas sin que pierdan ninguno de sus nutrientes por más de un año.
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Para estar fuertes y sanos…
Esta verdura cuenta con multitud de propiedades beneficiosas para nuestra salud y es que está compuesta mayormente por agua, contiene cantidades muy bajas de grasas e hidratos de carbono, aporta gran cantidad de fibra y a su vez es uno de los vegetales que más proteínas tiene. Además, supone una excelente fuente natural de vitaminas y minerales entre los que destacan calcio, hierro, potasio, magnesio, manganeso, fósforo y vitaminas A, C, E, K, B1, B2, B6 y ácido fólico. Por si fuera poco, contiene sustancias antioxidantes como los flavonoides y carotenoides y es una buena fuente de Omega-3.
Con todo esto, el consumo de esta magnífica verdura está especialmente indicado para personas con anemia por la gran cantidad de hierro que aporta. También puede ayudar a controlar el colesterol ya que su gran cantidad de fibra impide la absorción de éste. Resulta laxante y ayuda a depurar el hígado. Además, puede ayudar a personas con hipertensión, y es que tres cucharadas diarias de su jugo ayudan a bajar los niveles en personas propensas. Es muy recomendable para las embarazadas por su alto contenido en ácido fólico, es un potente antioxidante y resulta esencial para gozar de una piel y una vista saludables.
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Y en la cocina…
Podemos consumir nuestras espinacas tanto crudas como cocinadas al vapor, en guisos, hervida o al horno. Lo más recomendable es consumirlas muy frescas lavándolas con abundante agua fría para eliminar cualquier resto de tierra. Para hervirlas basta con unos 8 minutos de cocción y es importante pasarlas por agua fría después para detener la cocción y que no se pasen. La mejor idea para que se mantengan su intenso color verde es añadir un buen puñado de sal en el agua de la cocción.
Pueden saltearse con aceite de oliva, comerse en sándwiches, en ensaladas, en cremas, gratinada al horno con bechamel, acompañando a pastas o cuajadas en tortilla.
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